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“He encontrado un ejemplo claro de su productividad, que depende cómo podría aplicarse a mis dos especies: el stop motion trick.” Me quedé en silencio, sin comprender. “Estoy hablando de mis bárbaros, naturalmente.” aclaró Dante, “Cierto que, por más claro que sea, mi ejemplo requiere de una comprensión sutil. El cine es un arte de bárbaros, o lo fue en sus primeros compases. Consistía en desgarrar, simbólicamente, claro está, la realidad al captarla con la cámara, cercenar partes del mundo y experimentar con las combinaciones posibles. De más está decir que los primeros cineastas no entendían esto, ni comprendían exactamente lo que estaban haciendo, por lo que muchos de los logros primerizos del cine se dieron en forma de accidentes y casualidades. Lo cual nos evita muchas confusiones respecto al valor de esos logros, como por ejemplo la de creer que son logros de la imaginación de los cineastas. El stop trick sucedió por accidente: George Meliès y su equipo lo descubrieron al realizar unas pruebas al exterior, en la calle. Mientras grababan, la cámara se detuvo por algún problema técnico. Al rato volvió a funcionar. Cuando vieron lo que se había grabado, hallaron que, entre el fotograma previo a que la máquina se parase y el primer fotograma posterior a la solución de los problemas, se había dado un desplazamiento: en el mismo sitio donde había un autobús se encontraba dispuesto un coche fúnebre.” Siguió hablando un rato más sobre el stop trick, luego sobre el surrealismo. Yo lo escuchaba distraído y de tanto en tanto asentía con la cabeza mecánicamente. La verdad es que no acabé de comprender del todo lo que Dante quería decir, ni cual era exactamente la relación entre stop trick y barbarie, mucho menos por qué él consideraba tan clara aquella relación. 

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