XIII
Del otro día: “En el primer Sartre, el problema de la historia sería como se relacionan los hechos objetivos con las vivencias subjetivas. Pues la memoria es un modo de la imaginación, una de sus posibilidades. En realidad, todo lo que hay es esa posibilidad alucinatoria (Sartre diría nihilizadora, pero ¿qué es la nada como potencia, sino una alucinación?) del ser-para-sí. La posibilidad del presente como no siendo. La del pasado como lo sido, pero condenado a una irrealidad imaginaria por mi presente, que niega, socava el pasado; presente que es el no siendo el que he sido. Y la del futuro como posibilidad pura. Pero se da una paradoja aquí: pues en cuanto que es mi pasado, y esto vale para cualquier pasado que yo tome como mío, es esencialmente un producto de mi imaginación, una negación mía de la facticidad de mi pasado. Sin embargo, esa relación es también una relación de objeto positivo. Lo alucinatorio y su objeto, lo imaginario y lo real, la pregunta es como calibrar esta relación, que es incalibrable. Pregunta muy certera para su momento histórico. Al fin y al cabo, ¿cómo pueden componerse Auschwitz y el clima festivo del triunfo aliado? Pero la respuesta de Sartre es la huida, siempre es la huida; la huida hacia adelante, la huida hacia la acción; la acción desesperada, la acción neurótica. La misma verborragia en la escritura de Sartre semeja la repetición de ese trauma.”
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