XVII

 Dante sigue transido de melancolía. El otro día se cumplió un año desde que emigrara. Ha hecho un comentario a la pasada al respecto. “Por otra parte,” ha agregado luego, “no me está mal esta condición. Cualquier proyecto latinoamericano, y argentino en particular, de investigación sobre la propia condición de latinoamericano y de argentino, necesita de algún grado de exilio. Uno ha nacido en los márgenes del mundo, luego uno necesita encontrar sus márgenes para entrar en comunión con su propia condición: emigrar, desplazarse, inflingirse a uno mismo un extrañamiento. El proyecto joyceano: silence, exile, and cunning. Vale tanto para un irlandés como para un latinoamericano. Joyce o Vallejo, Marechal o Cortázar, han descubierto más de su propia identidad en Paris que en su tierra natal. Claro que hay formas más simples de llevar a cabo este proyecto. El caso de Borges: un exilio interior.”

Silence, exile and cunning. Eso sería también contar con que el tiempo esté a tu favor… Pero eso nos llevaría a hablar de Hamlet de nuevo, ¿no?” dijo sonriéndose. “El tiempo nunca está a tu favor. Sólo lo parece en las ficciones. El tiempo sólo aparece como viento a favor en la literatura. Por continuar con Borges, en un cuento como El milagro secreto.” El milagro secreto: la historia de un escritor ficticio judeo-checo, Jaromir Haldík, al cual fusilan ejemplarmente los nazis poco después de la invasión de Checoslovaquia. Dios le concede un favor a Jaromir: el tiempo suficiente para concluir una obra. Así, el tiempo se detiene por el espacio justo de un año en el momento en que se ha dado la orden de disparar al pelotón de fusilamiento. “Qué terrible debe ser ese tiempo a favor”, comenté, “Es un tiempo de doble filo: el tiempo concedido transcurre en la inminencia de la muerte: Jaromir queda allí, rígido, frente a la visión omnipresente de los fusiles que, al cabo de un año, habrán de darle muerte”. “Sin embargo, es una visión que de alguna suerte es tranquilizadora. Hasta redentora, diría yo”, objetó, “Leibniz supone en algún punto que uno no muere verdaderamente en la muerte, sino que queda en un estado vital mínimo, en el que se reafirma o bien en su estado de beatitud o bien en su odio a Dios. Es decir, queda sosteniendo la última tendencia vital que poseyera. Pero esto es también sostener la propia muerte, vivir en la muerte. Tal vez el milagro no sea la concesión de un tiempo extra, sino de un límite de tiempo: el fusilamiento fue decretado por hombres, el año para realizar la obra puede ser la aniquilación decretada desde el punto de vista de Dios. Lo abominable podría ser que Jaromir se quedara varado en la repetición de su muerte eternamente.” “Es un poco rebuscada esta explicación.” “No tanto como lo parece. Sólo es necesario realizar un pequeño desplazamiento: no sería la diferencia moral entre cielo e infierno, sino la diferencia estética entre teología e historia. Jaromir quedará en la historia determinado negativamente por su fusilamiento, condenado a ser una víctima más del nazismo. Dios lo salva subrepticiamente en la obra. Le concede una aniquilación positiva en su obra: Jaromir se desrealiza en su escritura. Pasado el año, Jaromir se ha despersonalizado, se ha vaciado. Lo único que queda de él es ese impulso a culminar su obra artística.”

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