XVIII
Una propuesta de Dante, que se le ocurrió a raíz de lo que trascribí sobre nuestra última charla: la historia como el reverso de sus excursos secretos. Los excursos serían las obras literarias (no sé por qué esta obsesión suya con lo literario: no es el único medio de expresión que existe). En realidad, parte de una idea anterior: la de la literatura como la expresión de los otros mundos posibles. La historia, según Dante, sería un error, un mero excedente de todos los mundos posibles que aparecen en la literatura. Citaba para esto a Aristóteles: la poética es superior a la historia porque hay necesidad en sus hechos. “Pero esta necesidad” aclaró Dante “no es la de un simple mecanismo causal, que siempre se puede atribuir a los hechos históricos, de la misma manera que un psicólogo criminalista puede determinar las causas de un supuesto parricidio
en los rasgos estrechos y superficiales que le atribuye a un Dimitri Karamazov
cualquiera. La poética exige una perfección en las causas. Una razón íntima de
los acontecimientos. Una razón bella.” Así, y siempre según Dante, de todos los
mundos posibles, Dios habría elegido el único mundo cuyos acontecimientos
hallan azarosamente su causalidad en tanto negación de todas las posibilidades
perfectas que hay en Dios.
Una idea al mismo tiempo muy y muy poco barroca.
Quizás más baudeleriana que barroca. Al fin y al cabo, un crimen sofisticafo
puede tener una necesidad más perfecta entre sus fases que un trámite
burocrático. El mundo real no sería necesariamente malo, sino mediocre. “No
creo que Leibniz aprobara esa teoría” bromee. “Definitivamente, no lo aprobaría”
dijo muy serio Dante “El mundo del que hablo no tendría armonía preestablecida.
O más bien la tendría, pero como algo perdido e irrecuperable. Su continuidad
se basa justamente en eso: no tiene composición sino es en todo lo compuesto
que no es este mundo. Su dominio es el conjunto de todos los elementos no
compuestos en el resto de los infinitos mundos.”
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